sábado, 27 de abril de 2013

Tiene los ojos más bonitos que jamás he visto.
Verdes, del color de la vida.
Esa vida que él da sólo con besar.

También están sus labios.
Rojos, del color de la sangre.
Esa sangre que hierve con una sola de sus caricias.

Su sonrisa.
Blanca.
Como si de copos de nieve se tratasen.

Es imposible no detenerse en su cuello.
Decorado con lunares a modo de estrellas.

Y no nos olvidemos de su pecho.
El lugar donde guarda su secreto mejor guardado.
Su corazón.

También están sus manos.
Esas manos manchadas de cicatrices.
Perfectas, a su modo.

Recordemos también su pelo.
Rubio.
Y perfecto, como todo él.

Y que por su culo pierda el orgullo.
Y las bragas.
Cubriéndolo de arañazos.

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