miércoles, 9 de noviembre de 2011

9.noviembre.2011

Ahí estás, tendida en tu cama con los ojos fijos en el techo, como un resorte te levantas y te diriges a ese lugar que lleva tanto tiempo guardando algo que te pertenece, algo que sientes como parte de ti. Abres al cajón y ahí está, igual a como la recordabas, coges la cuchilla y vuelves al punto de partida.

Otra vez sentada en tu cama, pero ahora es diferente porque sabes que estás a un par de minutos de que todo acabe para siempre… lentamente te vas presionando las venas y ves caer gota a gota tu sangre, sintiendo el filo de la cuchilla dentro y viendo como la carne se va rasgando a su paso. Te sientes libre y no quieres parar… no quieres que vuelvan a masacrarte a preguntas igual que la última vez que no terminaste, asique sigues sin parar.

Estás ya muy cerca de tu objetivo, cada vez te queda menos sangre… tu cama, el suelo y tu ropa están ya encharcados de sangre, sólo un poco más…. Sólo tienes que aguantar esa sensación un par de segundos pero te paras, sientes que no puedes seguir pero es demasiado tarde, ya has perdido mucha sangre y ha pasado lo predecible: ya has muerto.

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