Antes cuando te mirabas en el espejo veías a una dulce niña con una sonrisa sincera, un brillo característico en los ojos y que tenía una vida plena por delante… ahora ves todo lo contrario: ves a una persona “adulta”, nada conforme consigo misma, que tiene continuamente una sonrisa por compromiso, ya no queda ni rastro de ese brillo de ojos y lo único que desea es que la vida termine pronto, porque por fin ha aprendido que las heridas de las rodillas duelen menos que las del corazón.
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