lunes, 31 de octubre de 2011

...

Me acerqué a mi madre, que estaba tumbada en la cama:

+ Ya he llegado de clase.
- ¿Has aprendido mucho?
+ Lo suficiente.
- ¿Te has divertido?
+ No mucho.
- ¿Ya has comido?
+ Sí.
- Bien…

Y diciendo eso se volvió a meter entre las sábanas de su cama. Yo salgo de su habitación y así es como acababa la rutina de cada día con preguntas sin sentido y respuestas superficiales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario